El fútbol como pandemia

8. Mediocampista derecho

En Curitiba aún no hay cuarentena obligatoria. Pero Lucho González -39 años, 28 títulos- vive lejos del fútbol y piensa en lo que está a punto de llegar.

Florencia Bonsegundo, autora de los goles épicos de la Selección en el Mundial, propone desde Valencia jugar junto a millones de personas en el mundo.

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En Curitiba, aún no hay cuarentena obligatoria. Pero desde el 16 de marzo, cuando la Confederación Brasileña de Fútbol suspendió los torneos en Brasil, Lucho González está en su casa.

No se sabe qué hace porque -a diferencia de sus colegas- el mediocampista argentino no tiene redes sociales. Uno se lo puede imaginar tomando mate. Y no en cualquier mate, porque Lucho González tiene en su casa uno grabado con los escudos de los seis clubes en los que jugó -Huracán, Porto, River, Olympique de Marsella, Al Rayyan y Atlético Paranaense-, más el escudo de la Selección argentina.

Y, probablemente, mientras toma mate, algún compañero le comentó que en las redes sociales de la Champions League, con motivo de entretener a los hinchas que están en su casa, decidieron mostrar el gol que le marcó a Hamburgo en 2006, mientras jugaba en Porto.

Fue Lucho quien arrancó la jugada. Abrió hacia la derecha para su compañero Ricardo Quaresma, quien metió un centro al área. Un jugador de Hamburgo la despejó de cabeza y, de primera, Lucho empalmó la pelota afuera del área y la colocó en el ángulo.

¿Qué habrá pensando mientras corría al córner, con la 8 de Porto en la espalda, para festejar el gol con sus compañeros? Quizá se acordó de los días en Parque Patricios en los que mandaba a su hermano a un arco imaginario y definía -según la voz de Víctor Hugo, su propia voz- como si fuera el Turco García, exdelantero de Racing, equipo del que Lucho es hincha.

"A mí me parecía medio ilógico esconder que soy hincha de un equipo, sobre todo porque mi papá me llevaba a la cancha. Yo estaba en Primera en Huracán y seguía yendo a ver a Racing. Huracán me formó como jugador. River me dio reconocimiento y me hizo jugar en la Selección. No veo sentido en ocultar de qué cuadro soy", dijo en una entrevista para Goal.

Con 39 años, Lucho ganó 28 campeonatos. Los logró en los seis clubes que jugó y en la Selección. En 2015, luego de que Gallardo no lo tuviera en cuenta en River, decidió dejar el club: "Con Marcelo fui muy frontal. Le dije que no tenía más ganas de seguir en el club, que prefería dejarle el espacio a otro jugador y lo entendió".

Dejó River a los 35 años y pensó en retirarse. Pero le llegó la oportunidad de Atlético Paranaense: en poco menos de cuatro años, logró convertirse en uno de los emblemas. Tal es así que en el equipo de Curitiba se convirtió en el primer capitán en levantar un trofeo internacional, la Copa Sudamericana 2018.

Estos días, en la cuarentena no obligatoria que se vive en Brasil, Lucho vive lejos de la pelota. Y, probablemente, piense en aquello que está a punto de llegar, más temprano que tarde: "Yo me voy dando cuenta que hay otra vida a la que no estaba acostumbrado, que no es nada desagradable. Si hay que tomar la decisión de dejar, lo haré y estará bien".

Por Delfina Corti

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A los cinco años, Florencia Bonsegundo ataja los penales de Franco, su hermano mayor, en su casa de Morteros, Córdoba. Hasta los 13, juega con chicos en la Liga de San Francisco. Después, ya no, se lo prohíben. Machismo. Y luego, ya con chicas más grandes, curte torneos sin trofeos: los premios son un lechón o un cajón de pollo. "Peloteaba todo el día -dice Alcides, su padre-. Mis hijos siempre tuvieron la oportunidad de poder elegir. Joaquín, el otro hermano, siempre hizo patín artístico y hoy es profesor". A los 15 años, la edad en la que muchas chicas festejan su cumpleaños con fiesta especial, Florencia viaja a Buenos Aires a cumplir su sueño: ser profesional de jugar al fútbol.

Florencia Bonsegundo es la mediocampista de la Selección Argentina que metió dos goles en el épico 3-3 ante Escocia en el último Mundial de Francia 2019. La que gritó el segundo gol golpeándose el corazón, una imagen que quedará en la historia del fútbol argentino. "Cuando tenga hijos y vean mi colección de camisetas, les mostraré esta foto cuando vean la de Florencia Bonsegundo", dijo Belén Potassa, delantera argentina, compañera en el Mundial. Bonsegundo, junto a Potassa, Ruth Bravo y Estefanía Banini, es una de las futbolistas que jugaron en Francia 2019 y criticaron la conducción del entrenador, Carlos Borrello. O, lo que es igual: pidieron cambios que no llegan para el crecimiento del fútbol femenino, que no mejoran el nivel de la competencia.

"Si alguna vez soñaste con jugar para millones de personas alrededor del mundo, esta es tu oportunidad", dice ahora Florencia Bonsegundo, desde España, donde cumple con la cuarentena, porque volantea en el Valencia.

Después de los lechones y cajones de pollo, tampoco le fue fácil el fútbol. Jugó dos años en Huracán, yendo y viniendo, de Buenos Aires a Córdoba. Y, cuando quedó en UAI Urquiza, trabajó primero en el servicio de limpieza de la universidad y después como vendedora en el local de ropa deportiva. Lo hizo hasta julio de 2018, apenas un año antes del Mundial, cuando pasó a Sporting de Huelva de la liga profesional española, después de su actuación en la Copa América de Chile, donde fue capitana y motor en la mitad de la Selección.

En Francia 2019, una bisagra, Argentina logró sus primeros puntos en Mundiales. Y en ese partido ante Escocia en el Parque de los Príncipes que cerró el grupo, fue el primer seleccionado en la historia de los Mundiales femenino en lograr remontar una desventaja de tres goles e igualar el partido. "Necesitamos tener mejores condiciones para desarrollarnos y que nos dejen jugar al fútbol con libertad. Estamos imponiendo un cambio maravilloso no solo en lo deportivo, sino en lo cultural. Nos estamos quedando en el tiempo", advirtió el 19 de julio de 2019. Esas palabras todavía hacen eco en el fútbol argentino. Molestan. Y, para algunos, también se quedaron en el tiempo.

Por Roberto Parrottino


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