Blanco Leschuk, la suerte de Málaga 

"Ella me lo ha dado todo", dijo Blanco Leschuk semanas atrás en referencia a su mamá. Por eso, insiste en que lo llamen por ambos apellidos. Y, si el tipo mete goles, nadie le va a llevar la contra. Por eso, para los hinchas malagueños que lo acaban de conocer hace un par de fechas, el apellido de la mamá se transformó en la base de su apodo. "Lechu" llegó como un paquete, así me lo definieron, y se transformó gracias a sus goles y su juego en uno de los jugadores más importantes de la temporada.

- Ahora que Lio decidió no jugar un tiempo con la selección, nosotros les ofrecemos la solución a todos sus problemas - me dijo un hincha del Málaga ayer a la tarde en el bar de El Sadar.

Nos conocimos ahí, debajo de la tribuna, en el bar donde se juntan los rojillos para tomar unos tragos antes de entrar a la cancha. Originalmente, me había metido para pedir algo caliente y refugiarme un poco del frío. Cuando llegó mi turno, en el momento en que pronuncié el "yo quiero...", unos malagueños albicelestes que estaban haciendo su pedido me interrumpieron y me preguntaron si yo era argentina o uruguaya. Cuando les respondí que era argentina, hicieron referencia a los colores que ellos llevaban: "Hoy vas a alentar al Málaga por estos colores", lanzó uno de ellos.

Eran siete. Todos superaban los 50 y tenían ese acento y ese carisma andaluz que a mí me fascina. Sobre todo su tonada que se acerca más a la cubana que a la del resto de España. Me invitaron una caña - no me pude negar aunque mi intención era tomar algo caliente ­- y nos pusimos a hablar sobre el puntero del ascenso español. O el líder como me corrigieron ellos cuando yo los felicité por ser punteros. Me preguntaron cómo veía yo al Osasuna y les respondí que casi no lo veía. Les agregué que solo había visto un partido de la temporada, contra el Almería, donde habían ganado 3-1. Igualmente, les advertí que aquel partido había sido bastante trabado y aburrido. Uno me respondió que en Segunda es muy difícil el juego y que por eso no es nada vistoso: "Acá uno quiere ascender como sea. El Málaga no brilla, pero gana y tiene a Lechu". Y ahí, cuando lo nombró por primera vez, comenzó todo.

- ¿Lechu? - les pregunté. Agarré mi celular y me fijé quién era.

Ahí me di cuenta de que Lechu en realidad era Blanco Leschuk, delantero que salió de Arsenal y fue campeón en el 2012. Debutó con Alfaro e hizo 3 goles en su paso por Sarandí. Claro que todo eso lo leí porque no recordaba quién era. Ellos sabían más que yo. Me agregaron que era mendocino y que había jugado en mil países, pero sin mucho éxito. Justamente, por eso, al principio de la temporada, cuando llegó, creyeron que les habían traído un paquete.

- Llegó este año, desde Ucrania. Pensamos que nos estaban vendiendo un muerto, pero es el goleador esta temporada. Debe tener 6 goles...

- 6 goles y el Málaga 5. Con eso te digo todo - interrumpió otro.

- Yo si soy Argentina, tendría cuidado con este muchacho. Me parece que la selección ucraniana lo quiere nacionalizar por el lado de la mamá. Se van a perder al sucesor de Messi.

A esta altura, cada uno con su cubata en la mano, se cagaban de risa mientras enaltecían a Leschuk. Yo había ido a El Sadar para ver al Osasuna contra el líder. Era un partido que prometía. El tema fue que en el momento en el que empezaron a venderme a Lechu quise que empezara el partido para ver si todo aquello que me habían dicho era verdad: que juega bien de espaldas, que oxigena, que se asocia bien con los compañeros y, encima, que es el goleador.

En el momento en que nos despedimos porque estaba por arrancar el partido, los dejé cantando una canción que carecía por completo de rima, pero rodeados de rojillos, la canción rebosaba el regodeo y la satisfacción de haber viajado al norte del país para ver a su equipo: "Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer, si te vengo a ver en Segunda, eh eh".

Y resulta que el partido durante 75 minutos fue similar al que había visto aquella vez contra el Almería. Trabado y aburrido. Lechu había tenido algunas buenas jugadas de espaldas y podría haber marcado si sus compañeros le hubieran pasado la pelota un par de veces que se había encontrado solo. Al descanso, los malagueños ganaban 1-0 con un gol de Pau Torres. Ya en el segundo tiempo, el Málaga no quiso jugar más y el Osasuna se fue agrandando de a poco. Y cuando nada pasaba y yo me cagaba de frío en la tribuna y deseaba que el partido terminara de una vez por todas, a los 75 minutos, Lechu recibió la segunda amarilla. De repente, yo que había cambiando mi plan original y me encontraba ahí viéndolo a él, me quedé con las manos vacías. Me quedé pensando en lo que estarían hablando los malagueños cuando lo expulsaron a su 9.: "¿Para qué hablamos antes del partido?". Incluso supuse alguna que otra palabra dedicaba a mí por haber estado hablando con ellos sobre el Málaga, Lechu, Osasuna y Segunda. Y en esos minutos, mientras pensaba en ellos porque el partido me aburría, cambió completamente el partido. Su expulsión hizo que el Osasuna se animara un poco más y el Málaga cometiera unas cuantas faltas. De un tiro libre y un cabezazo de Juan Villar, llegó el empate. Y en ese momento, vaya uno a saber qué le dijo alguno, N`Diaye - de lo más interesante del partido - se calentó y se fue expulsado junto con Xisco, quien vio la roja por separar. Faltaban 7 minutos. El partido estaba empatado y el Málaga se quedaba con 9 y el Osasuna con 10. Dos minutos después, Torres marcó un golazo de tiro libre y el partido se volvió un partidazo. El Málaga pudo empatarlo en la última jugada de córner. No tuvo puntería. Lechu, quizás no de la mejor manera, cambió la suerte del Málaga en el partido. Cuando sonó el silbato, volví a pensar en los malagueños. Antes de entrar a la cancha, me habían pedido que les recomendara un lugar para ir a tomar algo. Me imaginé que ni en pedo irían a donde yo les había dicho. Giré la cabeza porque estaban cerca de mí en la última bandeja. Se estaban cagando de risa mientras se preparaban para una foto. Y, antes de irse, empezaron a cantar con ese carisma que me habían mostrado hacía dos horas: "Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer, si te vengo a ver en Segunda, eh eh"

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