Decíselo a ellos

Dicen que los partidos se ganan adentro de la cancha. Decíselo a los hinchas que creyeron en el triunfo de Nigeria contra Islandia. Decíselo a los jugadores que se juntaron a ver el partido y, con una nueva chance sobre la mesa, se comprometieron a no desperdiciarla. Decíselo al canto que más sonó en San Petersburgo, que sirvió como unión entre hinchas y jugadores: "...no me importa lo que digan esos putos periodistas, la puta que lo parió. Oh, oh, hay que alentar a la Selección". Decíselo a los jugadores que salieron a cantar afuera del hotel y dieron la cara para aclarar los rumores que circulaban. Decíselo a Ruggeri que antes de arrancar el partido, detrás de cámara, agitaba una bufanda celeste y blanca mientras la hinchada cantaba "...porque los jugadores me van a demostrar...". Decíselo a Dimitri, el dueño del departamento que alquilé en San Petersburgo, que cayó la mañana del partido para traerme un regalo y decirme que esa noche él también iba a la cancha. Había ido al Camp Nou a ver a Lío, ¡cómo no iba a verlo en su ciudad! Decíselo al abrazo que le dio Messi al Pipa en la mitad de la cancha antes de que arrancara el partido y que duró unos cuantos segundos. Decíselo al Diego que casi se muere en la tribuna alentando y tuvo que salir a tranquilizarnos a todos: "Perdón por el susto, pero ¡hay Diego para rato!". Decíselo a Higuaín que en los ochentipico, todavía con el 1-1 en el resultado, empezó a agitar los brazos y a levantar a la hinchada después de un lateral. Decímelo a mí, que me niego a creer que el partido contra Nigeria se haya ganado solamente adentro de la cancha. Se ganó desde que sonó el pitido final del partido contra Croacia. Se ganó aquella mañana cuando con mi primo cantamos en el departamento: "...que de la mano de Dimitri toda la vuelta vamos a dar...". Se ganó cuando Lío le dio a los jugadores la charla en el entretiempo. Se ganó cuando Biglia dijo en conferencia de prensa: "A la mínima dificultad volvieron a pegarnos en el piso". Y, ahí, los hinchas salieron a alentar al equipo como nunca antes en el mundial. Se ganó antes, durante y después del partido. Cuando los hinchas se quedaron hasta las doce cantando en el estadio, cuando Dimitri me regaló al día siguiente el diario con la foto de Messi y Rojo. Se ganó cuando un amigo me dijo que ver a Maradona aquella noche en el estadio le hizo acordar al viejo Casale de Fontanarrosa. Y agregó que hasta lo hubiera entendido porque el Diego se habría muerto adentro de una cancha en un partido que se ganó antes, durante y después de los 90 minutos: "¡Más vale morirse así, hermano! Se murió saltando, feliz, abrazado a los muchachos, al aire libre (...)! ¡Así se tenía que morir, que hasta lo envidio, hermano, te juro, lo envidio! ¡Porque si uno pudiera elegir la manera de morir, yo elijo ésa, hermano! Yo elijo ésa".


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