Ese amor por la casaca 22

Es el primer torneo femenino en el que sigo a Racing. El sábado, contra Platense, vi jugar por primera vez a varias de las jugadoras. No así a Mili Menéndez a quien ya había visto. También con la 22 en la espalda, pero con la casaca azul con la que Argentina jugó contra Escocia en el tercer partido del Mundial.

Aquel día, parecía que había entrado para darse el lujo de jugar algunos minutos. Sin embargo, entró y metió el primer gol para la remontada albiceleste. Esa vez grité su gol porque era el primer gol que gritaba en un mundial femenino. No porque pensara que las jugadoras me iban a regalar dos goles más.

El sábado pasado, a los dos minutos de partido, Mili también me regaló gritar el primer gol académico en un torneo. La recibió afuera del área, gambeteó hacia adentro entre tres jugadoras y le cambió el palo a la arquera. Después, participó en la jugada del penal para el 2-0. Metió medio gol para el 3-0. Y como si no hubiera sido suficiente, picó la pelota para el 5-1 definitivo.

Hace un tiempo escribí sobre la vez que me enamoré de Racing. Fue en un clásico, en cancha del Rojo. El día en el que el Chelo Delgado clavó un derechazo tres dedos hermoso para empatar el partido en el último minuto. Aquel día escribí que el amor es siempre una cuestión de dos. Y lo sigo sosteniendo.

Mili Menéndez se está enamorando de Racing. Lo digo porque la vi jugar con una sonrisa. Aquella con la que seguramente jugaba a los 12 años en "Los Maguitos", la escuelita de Racing de Mar del Plata. O aquella sonrisa con la que festejó este año el ascenso de su amado Alvarado a la B Nacional: "El sábado a la tarde estoy allá, juega Alvarado y yo no me voy a perder el ascenso. Me decían que tenía que descansar, pero no. Bajé en Ezeiza, me fui a mi casa, preparé el bolso y me vine. Llegué a la tarde y el domingo disfruté en la cancha". Se está enamorando de La Academia porque, también, la vi buscar a sus compañeras cada vez que agarraba la pelota. Y sé que eso es lo que la hace feliz. "Me gusta el juego colectivo. Por eso me decidí por el fútbol en lugar del karting o el tenis", dijo alguna vez.

Y así como a mis seis años, el Chelo Delgado me regaló un golazo y una remontada, esta vez a los treinta le tocó a Mili Menéndez regalarme dos golazos y medio y algún que otro lujo. Le tocó a ella enamorarme, una vez más, con el 22 estampado en la celeste y blanca. 

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