El fútbol como pandemia
3. Lateral izquierdo
Leila Ouahabi, cumpleañera en cuarentena y lateral izquierda de España, no nació en Marruecos como sus padres, pero sabe de las desigualdades que sufren las mujeres.
Juan Pablo Sorín es sinónimo de lateral izquierdo: zurdo, técnico y de ataque a la brasileña. Aprovecha el aislamiento y, aggiornado, informa, forma y entretiene.
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-No sé si estamos esperando a un Mesías o qué -dice con humor una de las protagonistas de Tánger Gool (2015), un documental de Juan Gautier que trata sobre Las Gacelas del Estrecho, un equipo femenino de fútbol de Tánger, Marruecos, que sobrevivió gracias a la pasión de sus jugadoras.
La película refleja la lucha que llevan adelante las futbolistas marroquíes, quienes lograron recién a fines de 2019 que se aprobara la liga nacional de fútbol femenino organizada por la Real Federación de Marruecos.
Probablemente por todo esto, Leila Ouahabi, lateral izquierda de Barcelona y la Selección española, respondió en una entrevista que si hubiera nacido en Marruecos difícilmente hubiera sido futbolista. Se refería un poco a esta situación que se vive en el país del que son sus padres.
Pero Ouahabi nació en España. Hace 27 años -el 22 de marzo de 1993-, y este es su primer cumpleaños en cuarentena. En la mayoría de los saludos por redes sociales, le recordaron aquel zurdazo que metió desde afuera del área para que la Selección española ganara 1-0 la final frente a Canadá y consiguiera su primer título, la Copa de Algarve, en Portugal.
Cuando tenía cinco años, mientras en Marruecos se creaba la Selección de fútbol femenino, Leila ya se divertía con la pelota junto a su hermano mayor. A los 12, jugó por primera vez con chicas en un club de Vilassar de Mar, en Cataluña. Y, a los 13, el Barcelona la vio y se la llevó. "Es la típica carrilera, a la vieja usanza, va de un banderín del córner al otro. Tiene buena pegada y es fuerte", la definió su ex entrenador en Barcelona, Xavi Llorens.
En 2015, mientras se filmaba la lucha de las jugadoras de las Gacelas del Estrecho, Leila ganaba su segunda Liga y su segunda Copa de la Reina con el equipo culé.
"A mi madre y a mis hermanos les encanta. Siempre que pueden me vienen a ver jugar", cuenta Leila. Sin embargo, cada vez que le preguntan si su papá también la alienta, responde: "De ese tema, prefiero no decir nada".
Prefiere no hablar porque no le interesa, en ese sentido, lo que piense el resto. Ni su papá, ni su familia en Marruecos. "No sé qué opinan de que sea futbolista, tampoco me importa", contesta, tajante. Lo que pasa es que Leila Ouahabi no nació en Tánger, pero es futbolista y sabe de desigualdades.
Por Delfina Corti
Juan Pablo Sorín tiene un pantalón verde musgo de corderoy y un buzo marrón de terciopelo. Es la moda de la época. A mitad de 1999, dos periodistas de la revista Mística le preguntan al lateral izquierdo de River cómo es la relación con el entrenador Ramón Díaz. Sorín responde corto, se muerde la lengua. Pero cuando el tema es la Selección, vuela. "Jugar en la Selección me hace sentir un pibe -dice-, y no hay nada más lindo que sentirte un pibe todo el tiempo. Quiero jugar en la Selección, jugar un Mundial y ganarlo".
-¿Con qué jugador soñás compartir una cancha?
-Ya es imposible... Primero, Maradona, el más grande. Y después, Platini. El tipo era francés todo el tiempo: la refutación de que la prolijidad es meterse la camiseta adentro del pantalón.
Sorín, sinónimo de lateral izquierdo, en verdad quería jugar de 10, como Maradona. Se probó -y quedó- como mediocampista por izquierda en las inferiores de Argentinos Juniors. Jugó dos Mundiales (Corea del Sur-Japón 2002 y Alemania 2006, donde fue el capitán) y se dio el gusto de patear un rato con Diego en el partido despedida en la Bombonera y, otro rato, en un fútbol-tenis en La noche del 10.
Zurdo, técnico, lateral de ataque a la brasileña, Sorín conserva a los 43 años un halo de pibe, aunque ya no juegue en la Selección. Muchos aún hoy lo llaman "Juampi". Siempre interesado por la comunicación -en 1999 conoció a su pareja en una fiesta de FM La Tribu, en la que conducía el programa "Tubo de ensayo"-, Sorín aprovecha la cuarentena y, aggiornado, informa, forma y entretiene. Enseña a levantar la pelota con un golpe de la planta del pie, organiza lecturas para compartir, reivindica a los trabajadores de la salud pública, charla de fútbol a través de una videollamada con Nicolás Tagliafico, lateral izquierdo de la Selección, porque, como si faltase aclararlo, "somos del Sindicato de Laterales". Y todo desde su casa, a veces con mamelucos manchados de pintura, otras rodeado de sus perros, con look de Tom Hanks en Forrest Gump.
Sorín no ganó un Mundial, es cierto, aunque sí ganó un Mundial: el Sub 20 de Qatar 95. Y no lo hizo de lateral izquierdo.
-Tenés que jugar de central izquierdo, de 6 -le dijo Pekerman, el entrenador, que lo conocía de Argentinos.
-Nunca jugué, José.
-Estoy convencido.
"En vez de decirle que no -contó años después Sorín-, y quedarme en mi lugar de confort, porque sabía todos los atajos del lateral, acepté. Me convenció y me la jugué con él por un proyecto". A meses de cumplir 25 años del título, sus compañeros coinciden en que era el líder que inspiraba al grupo: que era uno más, sin serlo.
Por Roberto Parrottino